Siento miedo. Miedo real. Uno se cree muy valiente al escribir en un blog y piensa que sus osadas opiniones sólo las van a leer los amigos, los conocidos y algún que otro curioso desconocido. Realmente, como escribí en la portada, la intención de este Blog era tener un carácter «clandestino», aunque usando este término como licencia poética con un sentido de reservado, limitado, restringido, escondido o discreto. Y no tanto con el verdadero sentido que tiene ese término de permanecer oculto para burlar la ley. La intención es escribir por placer y sin pretensiones y no buscar un exceso de notoriedad, sino al contrario, pasar un poco desapercibido.
Pero en el breve espacio de tiempo de existencia de este blog se han producido dos hechos extraños, muy extraños para mí, que hacen que tenga la sensación de que soy observado.
En la entrada en la que hablaba sobre la gripe española, y en la que cité por sus nombres al presidente de los Estados Unidos y al fundador de ese gigante de la informática que ahora es un famoso filántropo, se recibieron en el blog dos visitas desde ese país que está entre México y Canadá. No conozco a nadie en ese país. En realidad sí, conozco a una persona, un viejo amigo del Colegio que vive en Pasadena y trabaja en la Nasa. Pero la persona a la que me refiero no sabe de la existencia de este blog. Por ello esas visitas me resultaron ya sospechosas.
En la entrada anterior a la presente («Lex Aquilia»), en la que escribí sobre la responsabilidad que habría de soportar un país lejano, comunista y famoso por una gran muralla (y que no es la de Ávila), he recibido en el blog dos visitas desde ese país. Y en ese país, que ya no me atrevo a mencionar, no conozco absolutamente a nadie.
Me siento como el portador del anillo cuando recibía la mirada de Sauron, el Señor Oscuro. He conseguido que se pose en mí su siniestra mirada, seguramente con ninguna buena intención. Tengo la sensación de que ya he quedado fichado como ser poco amistoso.
Resulta inquietante que se escriba en una página perdida en la vorágine de las millones de ellas que debe haber en todo el mundo, y que no pase desapercibida y llame la atención del Poder que todo lo escruta, hasta los últimos confines de la blogosfera. No me imagino un blog más recóndito y humilde que el presente, y aún así han posado en él su mirada, han escudriñado, han olfateado y probablemente han anotado cuidadosamente.

Siento en la nuca el aliento del Poder que además ha querido dejar rastro de su presencia. Es como despertarse con una cabeza de caballo en la cama. Tomo nota de su poder y quedo advertido. En lo sucesivo seré más cauto. Y habré de empezar a practicar el arte del disimulo y la ocultación para que no vuelva a posarse sobre este diminuto blog el poderoso ojo del Señor Oscuro.
A lo mejor es que yo soy un poco paranoico, por lo que pregunto a mis selectos lectores: ¿No os parece raro que se interesen por mis escritos desde esa región del planeta ya impronunciable para mí?