En el llamado Foro de Davos, cada año nos muestran un adelanto, unas pinceladas de lo que será nuestro futuro, la forma de vida que adoptará nuestra nueva normalidad. Ya desde hace unos años ese proyecto globalizador le han llamado “agenda 2030”, que es el nombre con el que los arquitectos del nuevo orden mundial han bautizado a su siniestro proyecto.
Decía Jardiel que el mundo ha avanzado por medio de frases, que comenzó con el conocido “creced y multiplicaos” y se desarrolló con la de “vacaciones sin kodak, son vacaciones perdidas”. Pues bien la frase con que se publicita la nueva normalidad, con la que nos quieren vender las bondades de su proyecto es la de “En 2030 no tendrás nada y serás feliz” . ¡Tal cual!, que diría el castizo. Eso es lo que nos espera.
La primera parte de la frase es una profecía siniestra: “no tendrás nada”. Lo que quiere decir, obviamente, es que la propiedad privada desaparecerá ya que todo será colectivizado. Fin al sueño burgués de la propiedad sobre las cosas para dar paso a la nueva forma de uso en el que no eres el dueño sino sólo el tenedor. Es la resurrección de la forma de propiedad feudal en la que a través de la figura de los censos enfitéuticos los agricultores usaban la tierra para cultivarla pero tenían que reconocer la propiedad a otra persona a quien estaban sometidos y a quien debían abonar cada año un canon y cada cierto tiempo un reconocimiento o vasallaje, el laudemio.
Pero el slogan publicitario tiene una segunda parte, y es que gracias a estar desposeídos de todo alcanzaremos la felicidad. Y seremos felices porque en ese Walden-Dos idílico, remedo de la Arcadia, nuestros amos nos darán todo lo que deseemos. A condición claro que desees lo que ellos quieren que desees y sobre todo a condición de que no protestes. Si discrepas, protestas o quieres cosas distintas a las que te dan, el amo te castigará y no te dará nada por malo. Esto no aparece en la publicidad, sino en la letra pequeña, tan pequeña que es imposible de leer. En el prospecto de la agenda 2030 sólo te prometen la felicidad, pero no han hecho constar las contraindicaciones, los desagradables efectos secundarios.
No nos explican tampoco qué ocurrirá si por el contrario en el año 2030, yo quiero conservar la propiedad de mi casa, de mis libros e incluso de un Winchester para defenderme de las agresiones que me causa la agenda de marras, y aunque ello implique causarme infelicidad. De hecho, ni a mi ni a nadie nos han consultado sobre la cuestión. Hablan continuamente de la voluntad popular, pero el pueblo en su gran mayoría es totalmente ajeno a estos planes que le tienen preparados. Es una agenda, como lo llaman ellos, o un plan, que no emana del pueblo, que sería lo democráticamente aceptable, sino que se le impone por unas élites supuestamente bienintencionadas. Una nueva versión del despotismo ilustrado dieciochesco, que en realidad nunca ha desaparecido plenamente y que una vez se justifica a sí mismo con otra célebre frase, la de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
La Agenda 2030, diseñada por poderes ajenos y poco definibles, es asumida por los gobiernos democráticos sin rechistar. Incluso en España tenemos un ministerio especial para imponerla (implementarla, dicen en lenguaje «politiqués«) . El título completo del ministerio es “vicepresidencia segunda de asuntos sociales y agenda 2030” . Y es que, para poder ejecutar los planes, antes del año 2030, es preciso pisar el acelerador, y sobre todo es necesario borrar lo que consideran muchos hábitos nocivos del pasado. Hábitos nocivos como la propiedad, la familia, la iniciativa privada, las creencias religiosas y tantos otros. Para ello han sugerido que es necesario, a modo de lo que ocurre con los ordenadores que presentan problemas de resistencia a obedecer correctamente las órdenes que se les dan, un reinicio. Lo llaman enfáticamente “El Gran Inicio” Y la pandemia, es la gran ocasión que se presenta, es el momento perfecto para efectuar el gran reseteo de nuestras vidas. Han comprobado directamente que ya estamos preparados para aceptar todo lo que nos impongan.

La página oficial del World Economic Forum (foro de Davos) sugiere que la población se encuentra lo suficientemente sometida, debido al miedo provocado por la tragedia sanitaria, para acatar las órdenes del cónclave de mandatarios. Se puede leer en la indicada página, entre otras lindezas, lo siguiente: «Un aspecto positivo de la pandemia es que nos ha enseñado que podemos introducir cambios radicales en nuestro estilo de vida con gran rapidez. Los ciudadanos han demostrado con creces que están dispuestos a hacer sacrificios por el bien de la atención sanitaria y otros trabajadores esenciales y grupos de población vulnerables, como los ancianos. Es evidente que existe una voluntad de construir una sociedad mejor y debemos aprovecharla para garantizar el Gran Reinicio que necesitamos con tanta urgencia«.
Tienen prisa, se acerca el momento, van poco a poco pero cada vez más rápidamente en su proceso. Quien no quiera verlo, que no lo vea, pero no digan que no avisamos. Dentro de poco será demasiado tarde, si es que no lo es ya.



