No, no estoy dando la bienvenida a una prima de mi padre que tiene ese nombre. No me refiero a una opinadora lenguaraz, sosias de Merryl Streep, que va esparciendo su escasa preparación por las tertulias televisivas. No me refiero a ninguna persona de carne y hueso a la que sus padres decidieron imponerle ese nombre.
Me estoy refiriendo a otra Elisa, la que como una visita inesperada se puede presentar en tu casa para hacerte pasar la prueba del algodón de tu ortodoxia democrática.
Pudiera parecer una adivinanza pero no lo es. Hemos conocido que un organismo público al que pagamos todos los españoles llamado Centro Criptológico Nacional, (CCN-CERT) dependiente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) ha parido a la tal “Elisa”, que no es una funcionaria rubia, con minifalda y gafas, sino un protocolo o una solución para la defensa nacional.
Parece ser que ese organismo público ha sido creado para defender a España de los ataques cibernéticos y para la ciberseguridad del Estado y de los españoles en general. Loable misión en un momento en el que las guerras se libran en el ciberespacio y la protección de tu nación exige la creación de batallones virtuales que patrullen las redes de internet. Para ello este organismo ha creado una serie de protocolos que aportan distintas soluciones para defender incidentes o vulnerabilidades, y a los que ha bautizado con nombres de mujer. Y así están Ana, Vanesa, Amparo, Lucía e Inés entre otras. (No vamos a entrar aquí en el tufillo feministoide de sólo emplear a mujeres, ahora que hasta los huracanes alternan los nombres masculinos y femeninos. Pero no nos distraigamos). Todos esos nombres, obedecen a figuras de autodefensa o protección de la seguridad nacional razonables. No podemos permitirnos ser atacados por otras potencias o por ciberdelincuentes de cualquier tipo.
Pero entre estos nombres, aparece incluido como uno más, uno que es realmente inquietante: Elisa.
Elisa ha sido creada para rastrear las redes y las plataformas de internet en busca de lo que esta criatura considera enemigos de la democracia. Y lo inquietante es quienes son para esta señora los enemigos de la democracia, de la estabilidad y de la seguridad nacional. No son los terroristas, los yihadistas, los cibercriminales, los piratas, los hackers, los pedófilos, los delincuentes de cualquier clase,…. No son ninguno de ellos, los verdaderos enemigos de España son quienes “erosionen la confianza en las instituciones públicas” y en particular erosionen lo siguiente :
– Confianza en el pensamiento científico.
-Confianza en las instituciones públicas nacionales.
-Confianza en las instituciones públicas multilaterales.
-Confianza en el sistema económico y financiero.
-Confianza en los medios de comunicación tradicionales.
Si en la nueva normalidad se hubiera creado ya un sacramento laico de confesión, habría de confesarme de haber pecado contra estas cinco confianzas teologales. De hecho soy carne de excomunión por la contumacia en el pecado y la falta de arrepentimiento. Prácticamente para Elisa es peligrosa cualquier discrepancia sobre cualquier cosa. Para ella y sus amos es pecado decir que las televisiones manipulan la información, que la OMS es un nido de comunistas al servicio de China, que los comités de expertos del gobierno son unos ineptos, o lo serían si realmente existieran. Debemos felicitarnos, todavía podemos hablar de futbol. Aprovechemos, ya que pronto será sospechoso afirmar que Messi no es el mejor futbolista del mundo.
Pero Elisa, sobre todo tiene una particular fijación, además de las anteriores, que consiste en señalar y combatir todo aquello que se considere como antiglobalista. Considera que el pecado más potente, pecado mortal o incluso contra el Espíritu Santo, que es el único que no admite perdón, es precisamente éste, el antiglobalismo.
Su informe destaca que «las narrativas antiglobalistas tienen una naturaleza antisistema contrarias a las instituciones democráticas y pueden suponer una amenaza directa para la cohesión social, la estabilidad, incluso la salud del país. La crisis de la Covid-19 ha favorecido un gran crecimiento de estas narrativas, así como de las fuentes digitales que difunden este tipo de contenidos. Sólo entre el mes de abril de 2020 y septiembre de 2020, el ‘Observatorio Digital Elisa’ ha detectado 1.808 contenidos antiglobalistas difundidos en 157 plataformas».
No se puede decir, sin ser enemigo de la democracia, que determinadas élites mundiales imponen su poder con la ayuda de sus lacayos progres. No se puede hablar del poder de Soros y su corte luciférica de vasallos, porque viene Elisa a visitarte y a poner orden en tu desinformada casa y con un poco de suerte a bloquearte y a silenciarte. Si opinas así, en uso de la libertad de expresión más básica, estás generando desconfianza en las instituciones y pasas a ser un enemigo del pueblo.
El proyecto Elisa, que puede recordar el “proyecto bartolo” desarrollado por la TIA de Mortadelo y Filemón en una de sus más delirantes historietas, es cualquier cosa menos gracioso. Es inquietante y perturbador, y demuestra como el Estado va perdiendo la neutralidad y va pasando ya a defender sin tapujos a los amos de quienes lo controlan en la actualidad. ¿Qué mayor prueba de la existencia de esas élites de poder global que poner a sus esbirros y lacayos a trabajar para negar y ocultar su existencia? Es mucho más cómodo permanecer en la sombra imponiendo su poder entre bambalinas y sin dar la cara.
Sí, señora Elisa, repita conmigo: cuando un Estado no es neutral y no está al servicio de los ciudadanos con independencia de su ideología deja de ser legítimo. Si Elisa, lo siento, pero si dejamos de confiar en el Estado y sus instituciones, no puede restaurarse la confianza por decreto ley, ni siquiera promulgando un estado de alarma o excepción. Escucha Elisa, es lícito rebelarse contra un estado que se ha pervertido. Atiende esto Elisa, es lícito luchar contra cualquier tipo de dictadura.
Recordemos que por un desliz de un general del Guardia Civil en una rueda de prensa en Moncloa supimos que estaban monitorizando las redes para controlar lo que se decía en ellas en plena pandemia. Ahora sabemos que el general se refería a Elisa, esa “metomentodo” gruñona que se presenta sin avisar y se chiva de tus pecadillos de antiglobalizador de tertulia de café. Otro paso más en la censura y pérdida de libertades que vengo denunciando desde que comencé esta pobre bitácora.
Yo propongo a ese importante Centro de lucha cibernética, que jubile a Elisa, y que fiche a Facunda, con la finalidad de entretener al personal, o a Jacinta, con el propósito de hacernos sonreír, o a Ramona, para ponernos cachondos. Son objetivos más loables que éstos a los que actualmente se dedica.
Sé que este blog es una gota en el mar del ciberespacio, pero como no dudo de su competencia y minuciosidad, sé que en cuanto publique esta entrada, me va a visitar Elisa. Sé bienvenida, pasa y tómate un «cafelito», que lo cortés no quita lo valiente.